Palabra Clave (La Plata), abril-septiembre 2022, vol. 11, n° 2, e162. ISSN 1853-9912
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Bibliotecología

Entrevistas

Entrevista a Brenda Torrejón Estrada: Ideas, desafíos y experiencias sobre alfabetización informacional en bibliotecas peruanas

María Cecilia Corda

Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP- CONICET), Argentina
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO. Sede Académica Argentina, Argentina
Marcela Coria

Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP- CONICET), Argentina
Cita sugerida: Corda, M. C. y Coria, M. (2022). Entrevista a Brenda Torrejón Estrada: Ideas, desafíos y experiencias sobre alfabetización informacional en bibliotecas peruanas. Palabra Clave (La Plata), 11(2), e162. https://doi.org/10.24215/18539912e162


Brenda Torrejón Estrada

Es Licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la Información y egresada de la Maestría de Psicología Educativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú. Es miembro fundadora del Colectivo “Infóman@s” de profesionales de la información en ese mismo país. Su área de especialización es la gestión de bibliotecas, la alfabetización y las competencias informacionales

PC: Nos gustaría, Brenda, preguntarle cuál es su concepción sobre la alfabetización informacional (ALFIN) para iniciar esta entrevista.

BTE: A mi particularmente me gusta “sacarle el jugo” al término de ALFIN. Regularmente en el mismo campo bibliotecológico debo explicarles a colegas, ya que no entendemos que ALFIN recurre al núcleo básico de alfabetización: de hacer, de conocer, de resolver un problema. Les digo que van a poder aplicar esto tanto en la vida personal como profesional, pero para eso hay que asumir que la ALFIN es transversal y debe venir desde el área de la educación. Nosotros como bibliotecólogos concebimos esta interdisciplinariedad, es decir, que va más allá de resolver un problema, de identificar y expresar la necesidad de información de cualquier usuario. Lo irónico es que la mayoría de nosotros como bibliotecólogos tampoco lo empleamos, esa es mi experiencia trabajando en bibliotecas. Habitualmente, los referencistas o las personas que se desempeñan en servicios, terminan asumiendo que tienen que contestar la pregunta per se del usuario, pero la verdad es que tenemos que ir más allá, esto es, a la interpretación de sus necesidades, porque la mayoría de las personas entienden a la ALFIN solamente como el hecho de buscar y recuperar información y con ellos nos quedamos cortos, eso se relaciona más con la parte operativa y de herramientas, sin embargo, para mí, la ALFIN termina siendo una metodología que se va unir a todas aquellas que nosotros empleemos en el campo en que nos encontremos. Particularmente en el nuestro, en el bibliotecológico, para la identificación de la necesidad de información de quienes nos rodeemos. Básicamente es tratar de buscar un punto más amplio con resultados aplicables para lograr planificar y entender un problema o una necesidad de información y ahora tenemos que hablar de los sistemas de información. Entonces la ALFIN es transversal y yo lo articulo mucho con el tema de aprendizaje.

PC: ¿Cuáles han sido sus experiencias profesionales más significativas en relación con esta cuestión?

BTE: En dos universidades principalmente tuve la ocasión de aplicarlo: en una universidad estatal nacional y en una privada. La gran diferencia en ambas es la motivación de los usuarios y de la institución por entender a esos usuarios y responder a sus necesidades. Para mí esto fue bien interesante porque en el caso de la universidad privada, había más bien una preocupación tanto por el empleador como por los usuarios por no quedar mal. Esto lo detecté al aplicar una metodología de ACRL para identificar información y luego aplicar un programa para los primeros ciclos de investigación de la universidad.1 En cambio, en la universidad estatal se mostró una necesidad de acudir a nosotros como bibliotecólogos para abordarnos con todas las preguntas necesarias, no solo para identificar las necesidades que ya estaban claras, sino también para decidir qué metodología se podía adaptar mejor a ellos. Entonces la motivación era muy extrema. La metodología que adapté para la institución particular, que considero yo no funcionó en aquella instancia, terminé adecuándola en la universidad estatal en base con las necesidades que ellos me propusieron a mí, a pesar de que yo había implementado un pequeño cuestionario previamente. La aplicación fue modificándose mucho en los 6 meses que duró el ciclo, es lo que dura aquí. Incluso me propusieron ampliar esta aplicación, pero que por cuestiones ajenas al tiempo no se pudo masificar, ya que solo se había empleado en primer y último año de universidad por un objetivo que tenía más que ver con los cursos de investigación. En cambio en la universidad particular era más bien una necesidad de corte laboral, la necesidad de información se relacionaba con cubrir la realización de trabajos, tareas y nada más. En la casa de estudios estatal se planteaba con un perfil de investigador, entonces era interesante ver que la teoría aplicada a un segmento poblacional no funcionó en una realidad y ese programa que se diseñó para ellos sí funcionó para otro ámbito con el que no tenía expectativas de ese tipo. Lo menciono porque me pareció muy curioso ya que tiene que ver con el punto que es importante en la ALFIN para el desarrollo de las competencias: la motivación del usuario.

PC: ¿Qué diferencias y puntos de similitud encontró entre ellas?

BTE: Lo común en estas dos experiencias tiene que ver con el recurso tecnológico. En la institución privada tenían a su alcance guías, capacitaciones, todo un predio donde habían sido formados de acuerdo a diversos niveles. Mientras que en la entidad estatal solamente se había presentado una introducción. Sin embargo, si nos centramos en los estudiantes de primeros ciclos, en ambos casos no consultaban la herramienta tecnológica sino que acudían directamente al factor humano, en este caso al bibliotecólogo. Debemos considerar que aquellos estudiantes de primer año vienen con un desarrollo educativo muy bajo, entonces sus habilidades tecnológicas están desarrolladas en función del celular, las redes sociales y, en general, no van más allá. Por ello, la biblioteca jugaba un rol básico porque había una diferencia entre aquellos estudiantes que habían estado en primeros ciclos y habían tenido un programa de ALFIN, aunque fuera el más sencillo de formación de usuarios, con los de ultimo año que habían tenido acceso a este programa. Ni siquiera fue un desarrollo permanente en todos los años, sino que el conocimiento del programa ya supuso un avance o beneficio para que ellos puedan tener o mantener esa relación con la biblioteca y enfocarse en desarrollar competencias informacionales. Sin embargo, en los primeros años, a pesar de que se les haya presentado el recurso tecnológico, mostraban otras limitaciones relacionadas con la cuestión social, afectiva, emocional. Creo que presentaban muchas manifestaciones vinculadas con la inmadurez, no necesariamente porque eran jóvenes, sino porque era su primera experiencia. Estas características las advertí a través de las preguntas que estos estudiantes me realizaban durante el transcurso del estudio, lo que me llevó a tomar notas sobre sus preocupaciones sobre el nivel de afectación a la imagen de la biblioteca. En cambio, los estudiantes de último año que ya habían participado en programas de ALFIN, habían mejorado la expresión de sus necesidades de información, se habían compenetrado con los servicios de la biblioteca y habían ajustado el empleo de la terminología. Otra cuestión interesante que pude observar fue que el diseño de sus tesis y trabajos finales eran de más alta calidad. Esto solo podíamos advertirlo al seguir el rango de ciertos estudiantes. Lamentablemente no había un programa continuo, por lo que la biblioteca no podía hacer un seguimiento. En la universidad estatal, en cambio, fue más caótico por el lado de los recursos, ya que no ofrecía el acceso. La necesidad de los estudiantes de encontrar información se veía limitada. Pero cuando se le presentaron las alternativas de acceso abierto era un golazo para ellos. Entonces el programa no les informaba solamente lo que la biblioteca les podía ofrecer físicamente sino que iba más allá de eso. Este desarrollo mínimo de ciertas competencias era esencial, no solo para emplear mejor las herramientas tecnológicas, sino también para potenciar la aplicación del pensamiento crítico. Bien, estas son las diferencias y lo común entre ambas experiencias.

PC: ¿Cuál ha sido el rol de la Biblioteca Nacional del Perú en la implementación de planes de alfabetización informacional para la diversa tipología de usuarios y usuarias que atiende?

BTE: En la Biblioteca Nacional,2 participé estrictamente en un programa de capacitación dedicado a bibliotecarios del Sistema Nacional de Bibliotecas de Perú, compuesto de 30 bibliotecas.3 Lo que delimitó este colectivo fue la posibilidad de acceso a internet ya que fue una instrucción ofrecida en línea. Aproximadamente se trató un 80% de instituciones municipales y el resto, comunales, es decir, las creadas desde una iniciativa civil. Fue un proyecto con la intención de capacitarlos en el aspecto tecnológico que constaba de diversos bloques. El que refiere a ALFIN estaba enfocada en lo más básico, anexado a la temática del tratamiento de las fake news y desinformación, en forma genérica. La propuesta se presentó diferenciada entre alfabetización para bibliotecarios, por un lado orientada a que puedan formarse y ser un primer nexo con sus comunidades. Y por otro lado, un programa más amplio que incluyera formar a toda la comunidad. Se comenzó con una formación de usuarios desde lo más clásico, debido a que en Perú hay diversos inconvenientes de vinculación con internet. La ciudad de Lima, capital del país, tienen un 66% de población con acceso a internet, pero la mayoría de estos bibliotecarios que participaba eran de provincias y tenían muchos problemas con la conexión, por lo que para ellos hablar de un programa de ALFIN era muy pronto. Así que se empezó con una formación sobre herramientas tecnológicas, para luego continuar con un programa ALFIN, otro de mediación y, finalmente, haciendo mayor énfasis en la cuestión digital, ya que este es el mayor obstáculo que presentan actualmente. Fui una de las capacitadoras, sin embargo los contenidos eran amplios, como por ejemplo KOHA, acceso abierto, entre otros. Como ya sabemos, no se puede aplicar un mismo programa para todos, pero en el caso de Perú debe ser aún más específico y diferenciado según los niveles. En Lima la situación es diferente a la de las ciudades del interior del país.

PC: En un artículo reciente suyo,4 comenta que la ALFIN consiste en conocernos mejor como personas y profesionales, ¿podría explayarse más sobre este concepto?

BTE: A raíz de las capacitaciones que doy a colegas profesionales de la información sentí que estamos muy alejados de conocer y profundizar en la misma profesión. Además identifiqué que tenemos una particularidad similar a la de nuestros usuarios: no podemos expresar que estamos alejados de la media de la terminología, de los conceptos. Incluso advertí que muchos se han encasillado en una posición muy clásica de la bibliotecología, alejada de una actitud orientada a generar nuevo conocimiento desde el ejercicio de la disciplina por “desconocer” las metodologías de investigación. Entonces hay mucha autolimitación del concepto que ellos tenían de sí mismos, a pesar de que su trabajo fuera productivo. Advertí una fuerte intención o presión por complacer a los prejuicios que se nos asignan. Yo les dije que el bibliotecólogo se puede desarrollar en múltiples espacios pero necesitamos saber con quienes tratamos y cuáles son nuestras habilidades, ya que la mayoría de ellos tenía dificultades con las cuestiones digitales, a lo que yo respondía que se trata de un aspecto superable, ya que debemos mantenernos actualizamos a las diversas herramientas, aunque lo que más pesa es tener la capacidad de crítica y autocrítica, de decir “oye, no te estoy entendiendo” o bien “necesito más tiempo para aprender”. Este es un aspecto que detecto entre colegas que vengo capacitando de manera formal e informal desde hace aproximadamente 10 años, esa actitud estática que no les permite ir más allá del módulo en el atienden o en la actualidad en el chat de atención al usuario. Entonces si nosotros mismos no conocemos nuestras capacidades, habilidades, o lo que nos permite una mejora profesional, nos vamos a seguir encasillando. Lo mismo pasa con las personas, ya que utilizamos las redes sociales como fuente de información y allí caemos en la desinformación, ya que atribuimos como verdad a dichos de ciertos referentes. Debemos tener la capacidad de ser sinceros y poder definir lo que me interesa y lo que no, lo que se y lo que no, porque la formación es constante, no vamos a dejar de aprender.

PC: ¿Cómo percibe la formación y el papel de profesionales de la bibliotecología respecto a este tema en su país?

BTE: Si bien en el último año hay una ampliación hacia conocimientos de investigación, los profesionales se han ligado mucho a aquel conocimiento que se marketea. Intento advertirlos acerca de que cada información que reciben supone un contexto social, un factor emocional de por medio que puede no ser el mismo que el de ellos o el de la institución en la que se desempeñan. Entonces, no podemos replicar y tendremos que ser más cuidadosos en suponer que determinada fórmula puede funcionar en cualquier espacio. Detecté que en la búsqueda de ser mejor profesional han empleado experiencias de otros países como Chile, Argentina, Colombia que, en mi opinión, son realidades que están por encima de las de nuestro país, lo que lleva a una frustración. Por lo que, lo que falta es la actitud para romper el perfil. Si bien tienen experiencias en su ambiente bibliotecario, no las comparten, o no a tiempo al menos, o en espacio ajenos al bibliotecológico. Yo les digo que deberían también compartirlo en nuestro ámbito para que hagamos este feedback. Sin dudas somos una carrera interdisciplinaria y no vamos a crecer sino es que somos capaces de compartir nuestras experiencias, que quizá no haya sido exitosa, no obstante que el proceso es en sí lo rico. En nuestro país el crecimiento profesional se ha encasillado mucho en el procesamiento técnico o de archivos, aunque con la pandemia se ha detectado mayor tendencia a la investigación. Aquí hay un tema, ya que tenemos un poco de insensibilidad política si se quiere y eso es incorrecto porque justamente la ALFIN tiene que ver con la política. Hay un gran temor en las instituciones de los bibliotecólogos para intervenir con sus propuestas e intentar instaurarlas. El perfil del bibliotecólogo peruano, si bien está echando vuelo, es aún insuficiente, por el temor profesional de no verse a la altura de otros. Considero que el bibliotecólogo debería ser experto en relaciones interpersonales. Eso lo he detectado mayormente en pandemia, ya que han tenido la posibilidad de enfrentarse a las cámaras, exponerse, tomar contacto. La Biblioteca Nacional ha hecho un buen trabajo para alcanzar a bibliotecólogos para iniciarlos en la profesionalización y la actualización. Sin embargo, deben saber que no se puede aplicar el mismo modo de proceder para todas las realidades del país, ya que más allá de las herramientas que se le pueden ofrecer o contenidos teóricos, se vincula más bien con una cuestión personal. Quiero resaltar que he visto un crecimiento interesante en este último tiempo.

PC: ¿Cuáles son las competencias informacionales que los y las profesionales deben priorizar en el ámbito de sus bibliotecas?

BTE: Insisto mucho con la capacidad de identificar la necesidad de información, ya que muchas veces si bien la detectan, no pueden expresarla. Si bien esto es esperable de los usuarios, me preocupa que los bibliotecólogos no sean capaces de leer o interpretar de forma pertinente esa necesidad. Al no conocer a sus usuarios, y lo que quieren, seguramente van a llevarlos por el camino incorrecto. Otros temas que me parecen importantes son la comunicación y la ética, ya que son cuestiones que se han visto transparentadas y mal empleadas. Considero que el bibliotecólogo puede desempeñar un excelente rol en este ámbito, siendo el mediador, el generador o también como se denomina en la actualidad, bibliotecario de enlace. La mayoría de los usuarios llegan hasta buscar y recuperar información y no pasan de eso, entonces los bibliotecólogos deberíamos tener la capacidad de enfocar el programa para que sepan cómo hacerlo. Hago mucho énfasis en el tema de la ética porque supone desafíos no solo para las cuestiones profesionales, sino también personales.

PC: ¿Cuál es el aporte que realiza el colectivo ‘Infóman@s’ del cual es fundadora?

BTE: ‘Infóman@s’ es un grupo chico y cerrado conformado por aproximadamente 9 personas. El objetivo principal de ‘Infómanos’ tiene que ver con el posicionamiento del bibliotecólogo en el país. Allí se aportan las redes de contacto de cada uno de sus integrantes con la idea de ser nexos entre los bibliotecólogos. Algo de lo que podemos enorgullecernos es que a raíz de esta iniciativa comenzaron a conocerse los estudiantes de bibliotecología a nivel interno y desarrollar nuevos grupos más especializados según sus intereses, por ejemplo en investigación. De este modo, se pudo entender que el rol del bibliotecólogo no puede ser solamente al nivel laboral o académico, sino que nuestro rol es más de corte social. Entonces la intención de ‘Infómanos’ es, en la medida de las posibilidades, darle visibilidad a la profesión a través de capacitaciones abiertas. En el caso de la Escuela de Bibliotecología de San Marcos,5 nos contactamos con los estudiantes que dirigían el centro de estudiantes, también hablamos con la misma institución, con el Colegio de Bibliotecólogos,6 y les comentamos que nuestro fin era de asistencia, no perseguimos ningún rédito económico, sino que nuestra preocupación es que participen. La realidad es que no existían espacios de este tipo, sino que todos eran pagos y a la universidad le faltaban recursos. Con el tema de ALFIN, avanzamos en mostrarles que programas podrían ser exitosos, así como también elaboramos pequeños directorios. La intención expresa era en el sentido de “oye, tú, bibliotecólogo o bibliotecario, valora tu trabajo, pero eleva también el nivel y la calidad de lo que ofreces”. Todos estábamos orgullosos de lo que hacían, no obstante terminaba siendo insuficiente. Entonces, si bien quizá nosotros como colectivo no somos los más expertos en lo que ellos necesitaban, sí podemos vincularlos con quien pueda guiar, funcionando como aval en estas vinculaciones. Eso fue importante porque se dan cuenta de que no necesariamente es indispensable ser expertos en el tema, sino que nuestro objetivo es más bien posicionar y visibilizar.

Hace un tiempo aquí en Perú se hizo una revisión de la Ley del Libro,7 y fue un tema que extrapolamos al debate interno de cada uno de estos grupos acompañados por nuestro colectivo. De este modo, se incentivó en el análisis, la comunicación y la difusión del conocimiento, ya que son todas actividades intrínsecas del desarrollo bibliotecario. Así, se dieron conversaciones interesantes, que no quedaron plasmadas en actas formales, y fueron sumamente relevantes. Entonces, si bien el objetivo de ‘Infómanos’ en este momento no es la investigación, les motivamos a los estudiantes a avanzar en este sentido.

Además, junto a la revista Otlet, desarrollamos una encuesta sobre el perfil laboral de los bibliotecólogos, cuyos resultados fueron visibilizados. Allí descubrimos que la mayoría estaba determinado más bien por factores económicos, entonces si en el caso de Perú el perfil de archivista supone un mejor salario, se inclinaban hacia ese ámbito, abandonando posiblemente sus intereses primigenios.

En definitiva, lo esencial de ‘Infómanos’ es haber logrado que se crearan nuevos grupos según diversos intereses y que se mantengan activos a la actualidad. Ya que, en nuestro país existe aún mucho temor a que si levantas la voz por una causa corres el peligro de que te puedan encasillar en un lugar de desconfianza.

PC: ¿De qué modo considera que incide la cooperación bibliotecaria en las líneas de trabajo sobre ALFIN?

BTE: La cooperación bibliotecaria es la clave, necesitamos que sea permanente y que haya sistematización, a fin de que haya un seguimiento y difusión del proceso. De este modo se puede conocer qué programas se aplican, cuáles fueron los resultados, cómo se lleva a cabo la identificación de los perfiles de usuarios y así alcanzar un trabajo concienzudo. De modo que la cooperación bibliotecaria es la base. A modo de ejemplo, el caso de esta entrevista en el que se contacta a colegas de distintos países abre una puerta increíble y visibiliza el trabajo de manera multidireccional. Esto es algo que muchas veces no se da por miedo a recibir críticas sobre la labor bibliotecaria. Sin embargo, ciertos errores pueden suponer el avance de otros y conseguir retribuciones productivas. Percibo entonces que si bien el cooperativismo es esencial, aún se desarrolla de manera insuficiente.

PC: En el contexto actual, ¿Cómo debería pensarse un proyecto de ALFIN destinado a contrarrestar los efectos de la desinformación acrecentada con la pandemia por COVID-19?

BTE: Durante este tiempo se dio un entrecruzamiento de los canales de comunicación de los colegas bibliotecólogos, sin embargo advertí que debía ser una cuestión que no quede solo en esta instancia, sino implementarlo como un programa que se pueda monitorear y hacer un seguimiento. La propuesta ideal sería que la Biblioteca Nacional sea la institución que encabece y guíe los programas para bibliotecas escolares, universitarias, comunales, publicas, municipales. Hasta el momento, el ámbito de las bibliotecas universitarias de Lima, que es donde más se ha desarrollado, pueden contribuir a desarrollar las propuestas de las bibliotecas municipales y comunales. Sin embargo, las realidades de los ámbitos universitarios de las grandes ciudades no coinciden con la de las comunidades, lo que llevaba a experiencias fracasadas. En muchos casos, estas bibliotecas comunales cuentan con avances, pero más ligados a formación de usuarios, o sea, no alcanzan a ser ALFIN. Para mejorarlo necesitamos ciertos actores intermediarios y un trabajo de traslado de conocimiento que la Biblioteca Nacional ya ha comenzado desde pequeños programas gratuitos en línea para darles la oportunidad de que se autoevalúen y obtener una certificación. Se supone que, con esta valoración y las herramientas dadas, cada una de las bibliotecas está posibilitada de desarrollar el programa, contando con el asesoramiento de la Biblioteca Nacional u otras instituciones. En esta línea, tenemos harto espacio por conquistar y labor por desarrollar, mucha información por levantar, aunque somos pocos bibliotecólogos para ¡tremendo trabajo!

PC: ¿Cuáles son los recursos formativos (contenidos curriculares, materiales didácticos, fuentes de información) indispensables con los que deben contar los profesionales en un proceso de ALFIN?

BTE: Estuve trabajando con la Municipalidad de Lima en un programa que se llama Lima Lee,8 que tiene algunas subdivisiones tales como el Bibliometro, que sigue la misma experiencia dada en Chile,9 sobre difusión de la lectura través de diversas actividades y la Red de Bibliotecas. Este ultima iniciativa, que abarca solo a Lima metropolitana, sería un muy buen ejemplo. Ellos empezaron haciendo llegar ciertos materiales básicos y capacitaciones presenciales alternas, aunque no se han implementado estrategias de seguimiento ni de monitoreo. En este sentido, un obstáculo hallado en este programa es que el personal que está en las bibliotecas comunales y municipales tiene una alta rotación lo que lleva a que el programa de ALFIN se vea entorpecido: cada vez que se intenta avanzar, se debe empezar de cero nuevamente. Sin embargo, se han desarrollado bastante los materiales de acceso abierto para ellos, información que ya estaba en línea, pero que no sabían cómo acceder y que ha sido seleccionada de acuerdo a las necesidades de cada una de estas poblaciones. Además, dentro de este programa, se ha conectado con otros espacios de la Municipalidad como las áreas de deporte, música, ya que no se espera que la biblioteca sea solo un espacio de lectura, sino que se abra a otras opciones para desarrollar el programa ALFIN. Un punto específico que ese trabajo fue el reconocimiento de la población que lo rodea, ya que también sería un insumo para el fondo editorial de la Municipalidad y luego trasladarlo. Lamentablemente, este avance se encuentra en stand by por la alta rotación de personal de las bibliotecas, ya que se trata del reto más difícil para implementar un proceso de ALFIN allí. En las bibliotecas universitarias esta instancia se encuentra más encaminada, en las escolares también, soportadas por la misma estructura del colegio, sin embargo, en las bibliotecas comunales y municipales tienen más contrariedades, no tanto por el recurso tecnológico ya que se obtienen a través de nexos con otras instituciones, sino por la alta rotación del personal. Esto ocasiona que no se pueda aplicar el programa completo, por la alta deserción.

PC: ¿Cuáles son los desafíos en torno a la ALFIN en el futuro cercano? ¿Y en un horizonte más lejano qué imagina?

BTE: Creo que, al menos en Perú, la gran falencia sigue siendo la investigación. Más allá de las teorías clásicas que conocemos sobre programas de ALFIN, necesitamos adaptar, personalizar y conocer mejor estos nuevos espacios de investigación que se han habilitado en el último tiempo. Quienes han tenido algunos avances allí han sido más bien los bibliotecólogos de universidades. Entiendo que el desafío mayor es trasladar estos trabajos, poder aplicarlos y compartirlos. Esto supone mucho de las políticas que se apliquen. En el ámbito de la universidad se lucha mucho para que los programas de ALFIN puedan ser incluidos en los seminarios de investigación de los primeros años de las carreras y sean considerados como acreditables, ya que es necesario un aliciente para alcanzar una mayor cantidad de estudiantes.

Lo mismo está pasando al nivel de los bibliotecarios escolares, ya que hay un desentendimiento entre el Ministerio de Educación y quienes instrumentan estas políticas. Por lo que, la Biblioteca Nacional ha oficiado como la salvadora, aunque no debería ser así ya que no es su función, pero de este modo intercede en la voluntad política de que se implementen programas. Es necesario que como bibliotecólogos sepamos argumentar los programas e identificar las necesidades informacionales de nuestros grupos poblacionales, para obtener la ayuda de la institución responsable, ya sea privada o estatal. En la estatal se está luchando de forma interna mientras que en el ámbito privado depende de la voluntad de los jefes de las universidades que muchas veces muestran ese interés de forma natural. Pero el oro va estar en la masa, y la masa está en la población, y la población acude a espacios estatales.

El objetivo va a ser que como Escuela de Bibliotecología, Colegio de Bibliotecología y Biblioteca Nacional puedan juntarse y crear un programa estructural y que a partir de eso se pueda diversificar en ramificaciones que sean necesarias, sino, mientras tanto, vamos a continuar funcionando como islas. Por ello son tan importante los ambientes colaborativos, así que seguimos buscando afianzar nexos

Comentarios finales:

Algo que nos falta mucho, al menos en Perú en lo que respecta a la formación del bibliotecario en la universidad, son dos ejes principales relacionados con los perfiles: el de investigador y del promotor de lectura. No se han desarrollado de manera suficiente. Y además, un profundo conocimiento de las diferentes teorías sobre el comportamiento informacional porque muchos piensan que están descubriendo la pólvora y eso ya existe, entonces debemos invertir mejor nuestro tiempo. Pienso que actualmente los cursos de ALFIN para bibliotecólogos están muy enfocados en conocer las herramientas y eso es un grosso error, porque las herramientas van a pasar, pero el desarrollo y el enfoque van a poder seguir adaptándose. Entonces debemos darle un especial énfasis allí desde la academia para que comiencen a ejecutarse prácticas sobre eso, porque las prácticas en bibliotecología tienen mucho que ver con el procesamiento técnico y no se atreven a probar los diferentes programas en espacios pequeños. ¡Atrevámonos!

Notas

1 Association of College & Research Libraries: https://www.ala.org/acrl/
2 Biblioteca Nacional del Perú: https://www.bnp.gob.pe/
3 Sistema Nacional de Bibliotecas del Perú: https://snb.gob.pe/#/
4 Se hace referencia al artículo siguiente de la autora: ¿Cómo combatir la desinformación que circula en medios y redes sociales? Una trinchera llamada alfabetización informacional. Otlet, 4(20). Recuperado de https://www.revistaotlet.com/alfin-para-desinformados/
5 Al respecto, la entrevistada nos comenta lo siguiente: “Solo hay dos instituciones concentradas en la ciudad de Lima, Universidad de San Marcos con la carrera de bibliotecología y ciencia de la información y la Pontificia Universidad Católica del Perú en la que la titulación ha migrado solo a ciencias de la información. El grueso, el 90% de los colegas, son sanmarquinos. Se trata de carreras relativamente nuevas, San Marcos esta desde 1980 y Católica desde 1986 siendo la formación básicamente técnica desde los ´40. Entonces ese rol de ser técnicos todavía no se termina de traspasar. Yo les tengo un gran respeto, a mí me ha salvado mucho la labor técnica, pero no es la única. Incluso la labor técnica está mal empleada porque necesita de mucho análisis”.

Las dos instituciones que menciona son las siguientes:

Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Escuela Profesional de Bibliotecología y Ciencias de la Información: https://letras.unmsm.edu.pe/plan-de-estudio-e-p-de-bibliotecologia-y-ciencias-de-la-informacion/

Pontificia Universidad Católica del Perú. Departamento Académico de Humanidades: https://departamento.pucp.edu.pe/humanidades/ciencias-de-la-informacion/presentacion-bibliotecologia/

6 Colegio de Bibliotecólogos del Perú: https://bibliotecologos.pe/
7 Ley Nº 31.053. Ley que reconoce y fomenta el derecho a la lectura y promueve el libro: https://infolibros.cpl.org.pe/ley-no-31053-ley-que-reconoce-y-fomenta-el-derecho-a-la-lectura-y-promueve-el-libro/
8 La entrevistada se refiere al Programa Lima lee, dependiente de la Gerencia de Educación y Deportes de la Municipalidad de Lima: https://www.descubrelima.pe/lima-lee/
9 La entrevistada se refiere a la experiencia desarrollada en los trenes subterráneos de Santiago de Chile, también hay extensiones del proyecto en ciudades como Valparaíso y Viña del Mar: https://bibliometro.cl/

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